miércoles, 14 de agosto de 2013

EL RESENTIMIENTO

“ Tengo un resentimiento contra…No me gusta pensar en esto por que me
duele, me mortifica pero, en verdad, está mucho más presente en mí de lo que
quisiera. Cuando algo me sale bien, me amargo pensando en que habría sido
mejor si esa persona no me hubiera hecho lo que me hizo. Cuando algo me sale
mal, a veces pienso que estoy en esa situación por culpa de esa persona. He
tomado o he dejado de tomar decisiones que tal vez me servirán a mí o a los
míos, motivado por ese sentimiento. No en pocas ocasiones me he encontrado
en mis fantasías evocando dolorosamente y con profunda rabia los hechos,
arruinando así momentos de soledad y paz. Otras veces –y no me siento muy
orgulloso de esto- he inducido de una manera más o menos sutil a mi familia, a
mis hijos, a que compartan ese odio que les es ajeno y que no entienden, y que
además, contradice todo lo que les he enseñado…¡cuánto tiempo de mi vida he
dedicado a ese dolor que no quiero!…Y, ¿qué es lo que realmente quiero? Que
la otra persona, mi agresor, sienta lo que yo siento. Que sufra lo que yo sufro.
Y lo que sucede es que, mientras más acentúo mi dolor, más sufro yo y más
sufren los míos, y la otra persona…a veces ni se entera o, si se entera, a lo
mejor ya tiene demasiado con sus propias penas, con sus propias confusiones,
con su propia amargura.
Porque yo sé que esa persona no se portó así por primera vez conmigo. Otras
veces había obrado de la misma manera y, en alguna forma, yo sabía que iba a
pasar lo que pasó. Yo soy responsable por haber esperado que, conmigo, la
magia de nuestra relación o un milagro lo evitaran. Ahora puedo hacer dos
cosas: o seguir dedicando mi vida a lo que no quiero recordar o aprender a
perdonarme y perdonar. Porque tengo que ser consciente de que, para mí, la
vida es muy valiosa y sé que de esto puedo aprender algo… A lo mejor, la más
grande enseñanza que me dejó este resentimiento es haberme dado cuenta de
que quien sufre y se mortifica con él soy yo y no el otro”.
Seguramente usted, como la mayoría de las personas, ha sentido esa mezcla de
rabia, desilusión y frustración que se experimenta cuando, a su juicio, una
persona, una entidad o un grupo de personas, afectivamente importante para
usted, lo han defraudado en algo, y no quiere o no puede expresarles
directamente su relación. Usted sabe que ese resentimiento le hace daño y, sin
embargo, a veces piensa que no le es posible –o no desea- olvidarlo.

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