sábado, 18 de enero de 2014

EL ESPEJO...

Había una vez un niño listo y rico, que tenía prácticamente de todo, así que sólo le llamaba la atención los objetos más raros y curiosos. Eso fue lo que le pasó con un antiguo espejo, y convenció a sus padres para que se lo compraran a un misterioso anciano. Cuando llegó a casa y se vio reflejado en el espejo, sintió que su cara se veía muy triste. Delante del espejo empezó a sonreir y a hacer muecas, pero su reflejo seguía siendo triste.
Extrañado, fue a comprar golosinas y volvió todo contento a verse en el espejo, pero su reflejo seguía triste. Consiguió todo tipo de juguetes y cachivaches, pero aún así no dejó de verse triste en el espejo, así que, decepcionado, lo abandonó en una esquina. "¡Vaya un espejo más birrioso! ¡es la primera vez que veo un espejo estropeado!"
Esa misma tarde salió a la calle para jugar y comprar unos juguetes, pero yendo hacia el parque, se encontró con un niño pequeño que lloraba entristecido. Lloraba tanto y le vio tan sólo, que fue a ayudarle para ver qué le pasaba. El pequeño le contó que había perdido a sus papás, y juntos se pusieron a buscarlo. Como el chico no paraba de llorar, nuestro niño gastó su dinero para comprarle unas golosinas para animarle hasta que finalmente, tras mucho caminar, terminaron encontrando a los padres del pequeño, que andaban preocupadísimos buscándole.
El niño se despidió del chiquillo y se encaminó al parque, pero al ver lo tarde que se había hecho, dio media vuelta y volvió a su casa, sin haber llegado a jugar, sin juguetes y sin dinero. Ya en casa, al llegar a su habitación, le pareció ver un brillo procedente del rincón en que abandonó el espejo. Y al mirarse, se descubrió a sí mismo radiante de alegría, iluminando la habitación entera. Entonces comprendió el misterio de aquel espejo, el único que reflejaba la verdadera alegría de su dueño.
Y se dio cuenta de que era verdad, y de que se sentía verdaderamente feliz de haber ayudado a aquel niño.
Y desde entonces, cuando cada mañana se mira al espejo y no ve ese brillo especial, ya sabe qué tiene que hacer para recuperarlo.

AMAR ES...

SOLO POR HOY

LOS EFECTOS DEL ALCOHOLISMO

Los hijos de alcohólicos arrastran sus problemas hasta la edad adulta. Muchos tienen problemas de ansiedad, depresión, agresividad o impulsividad. 
Pueden tener problemas con el abuso de drogas y alcohol y problemas para establecer relaciones sanas con otras personas. Suelen tener una imagen negativa de sí mismos. 
Muchas de estas personas tienen problemas con la intimidad porque su experiencia les ha enseñado a desconfiar de los demás. Pueden pensar que si llegan a amar a alguien, esta persona les hará daño.
También tienen dificultades para afrontar el estrés de una manera sana. Entre los hijos de alcohólicos existe un mayor riesgo de bulimia. 
Los hijos de padres alcohólicos tienen cuatro veces mayor probabilidad de ser alcohólicos que otros niños. 
Un niño de este tipo de familia puede tener varios problemas: 
Sentimientos de culpa: El niño(a) puede sentirse que es el causante del uso de alcohol por parte de su padre o madre. 
Angustia o ansiedad: Puede sentirse continuamente preocupado por la situación del hogar. Puede temer que el padre (madre) alcohólico(a) enferme, se lesione o surjan peleas o violencia entre sus padres.
Vergüenza: Los padres pueden dar el mensaje de que hay un secreto terrible en el hogar. Un niño(a) avergonzado(a) no invita a sus amigos a la casa y teme pedir ayuda a alguien. 
Incapacidad para mantener relaciones interpersonales: Debido a su decepción por el alcoholismo de su padre (madre) muchas veces desconfía de los demás. 
Confusión: Muchas veces la conducta del padre o madre alcohólica cambia repentinamente de cariñoso a irritable, independientemente de la conducta del niño(a). La rutina familiar diaria, tan importante para organizar su vida, queda alterada al cambiar constantemente los horarios de sueño, comida y otras actividades. 
Enojo: El niño puede sentir enojo contra el padre (madre) bebedor y molestia con el progenitor no alcohólico por no prestarle apoyo y protección 
Depresión: El niño se siente solo y desesperado en su empeño por cambiar la situación. 
Aunque el niño trata de mantener en secreto el alcoholismo de sus padres, los maestros, familiares y otros adultos se dan cuenta de que algo anda mal. Los psiquiatras de niños y adolescentes sugieren que la siguiente conducta en los niños puede ser indicativa de problemas de alcohol en el hogar: Pobre aprovechamiento académico, fuga del hogar o de la escuela. - Pocos o ningunos amigos, se aisla de sus compañeros de clases. - Conducta delincuente como robo, vandalismo, violencia. - Quejas físicas frecuentes, como dolor de estómago o cabeza. Abuso de droga o alcohol. - Agresión dirigida hacia otros niños. 
Algunos niños de padres alcohólicos tienden a asumir el rol de “padres responsables” en la familia y entre los amigos. Tienden a manejar el alcoholismo de sus padres actuando de forma controlada, dedicándose a sus estudios con intensidad, alcanzando un aprovechamiento superior durante sus años escolares, mientras se aíslan emocionalmente de sus padres y compañeros. Sus problemas emocionales saldrán a la luz cuando lleguen a la edad adulta. 
Actualmente hay grupos de ayuda para estos niños. La ayuda profesional temprana es muy importante para prevenir problemas más serios incluyendo alcoholismo infantil. La eficaz capacitación de los docentes a las técnicas de escucha activa y resolución de conflictos es una estrategia más que valedera para ayudar a niños que vienen de hogares dañados por el alcoholismo de uno o ambos padres.

lunes, 13 de enero de 2014

LA EDAD

LA MOTIVACIÓN

Analiza tus ideas y creencias y observa si un posible temor al cambio, a fracasar o a tener éxito, pueden ser la causa de tu falta de motivación.
Revisa también tu estilo de pensamiento. Muy probablemente el error está en alguno de estos elementos.
Recuerda que el deseo o motivación es sólo el primer paso.
El segundo, es tomar la decisión para actuar y estar dispuesto a pagar un precio por ello.
Si no estas decidido a hacer el esfuerzo, examina la razón.
¿Qué piensas o sientes al respecto?
La clave del éxito es el compromiso y la fe.
Estar dispuesto a continuar a pesar de las dificultades y estar convencido de que sí se pueden alcanzar las metas propuestas.
Tú tienes ambas cosas, aunque quizás necesitas fortalecerlas o redescubrirlas.

¿Qué es lo que nos desmotiva?




En ocasiones empezamos un proyecto o nos planteamos una meta y de repente perdemos el interés.

Entre las principales causas de este desinterés, encontramos que:



a) Tomamos como propias las metas de gente que es importante para nosotros, sin darnos cuenta que no es lo que nosotros deseamos.

b) Vamos en pos de un objetivo, sólo porque es lo que la sociedad o la familia espera de nosotros.

c) La situación que estamos viviendo nos genera una angustia que no queremos o que creemos que no podemos enfrentar y tolerar.

d) Nos ponemos metas inalcanzables.

e) No sabemos cómo lograrlas.

¿Qué hacer?


El primer paso para cambiar un hábito es aceptarlo.
Sin embargo, la aceptación es sólo nuestro punto de partida.
Necesitamos trabajar todos los días en el fortalecimiento del nuevo hábito, hasta que éste sustituya al anterior.

Haz una lista del costo que el perfeccionismo ha tenido en tu vida.

¿Qué cosas has dejado de hacer, por enfocarte en lograr la perfección en ciertas actividades?
¿Qué tan tenso, malhumorado o angustiado vives?
¿Te has vuelto un adicto al trabajo?
¿Duermes poco o mal, pensando en lo que tienes que hacer para mejorar tu trabajo u otras actividades?
¿No te das tiempo para comer bien, estar con tus amistades o familia o para descansar y divertirte?

No es fácil vernos a nosotros mismos para reconocer nuestra autoestima baja y aceptar nuestras debilidades y limitaciones.


Se necesita valor, pero puede ser la llave del éxito y el bienestar.

Revisa los errores que has cometido durante tu vida de adulto (seguramente no recordarás la mayor parte) y ve cuales han tenido consecuencias terribles.
La mayor parte de los errores que tememos cometer, no traen consecuencias muy negativas y si es necesario, podemos corregirlos.

Reconoce que cometer errores es una característica del ser humano.
Es imposible saber todo y hacer todo bien.

Recuerda que lo realmente valioso no es evitar los errores, sino aprender de ellos y sobreponerse y que tu valor personal no depende de tus logros.
Depende de lo que implica ser una persona:
Del potencial y las capacidades que todos los seres humanos tenemos:
Pensar, sentir, aprender, vivir con consciencia, relacionarnos, darle un sentido y un significado a nuestra vida, etc.

Analiza la diferencia entre tratar de mejorar, cuando nos es posible y tener que hacer las cosas perfectas.
Trata de analizar tus expectativas y de replantearlas.

Ante una situación que no resultó como querías, ¿puedes separar lo bueno de lo malo?
Haz una lista de tus limitaciones y acéptalas como una parte de ti, sin devaluarte por ello.

Establece metas que sean alcanzables para ti y no te compares con los demás.
Pon un límite razonable de tiempo y energía para el logro de tus objetivos.
Aprende a manejar la crítica de los demás y disminuye la propia.

Vive el momento presente.
Puedes tener un proyecto a mediano o largo plazo y trabajar en él, pero no permitas que tu mente viaje por el mundo de "y si":
Y si no resulta como deseo.
Y si fallo, ¿qué va a decir…?
Etc.

Recuerda que no eres lo que haces.
Eres una persona que hace algunas cosas bien, otras regula y algunas mal, como todos los seres humanos en este mundo. 

Mitos y realidades del perfeccionismo.





Existen una serie de mitos que mantienen el perfeccionismo.

Mito:
Pensar que si dejamos de buscar la perfección, automáticamente caemos en la desidia y la irresponsabilidad.

Realidad:
Esta forma de pensar es extremista, porque sólo ve dos posibilidades:
Perfección o irresponsabilidad.

Entre ambos extremos, existen muchos puntos intermedios.
Es importante trabajar para lograr nuestras metas y hacerlo buscando buenos resultados, esforzándonos y buscando mejorar, pero sin caer en el extremo y sin considerar que mi valor como persona depende del éxito o fracaso que resulte.

Mito:
No tendría el éxito que tengo, si no me esforzara por hacer las cosas perfectamente bien.

Realidad:
Hay muchísimas personas exitosas que no son perfeccionistas.
El éxito depende del talento, las habilidades y el conocimiento.

Mito:
El perfeccionista logra todo lo que desea.

Realidad:
Muchas veces el perfeccionismo nos limita.
La necesidad de hacer todo perfectamente bien, nos quita mucho tiempo.
Además, ante la posibilidad de fracasar, la gente perfeccionista puede posponer y dejar de actuar.

Es difícil dejar de ser perfeccionista, porque:

  • Lo nuevo nos genera ansiedad y no estamos dispuestos a tolerarla o no sabemos manejarla,
  • tenemos miedo de perder el respeto y admiración de los demás,
  • está muy reforzado por la sociedad y la gente que nos rodea, ya que mucha gente lo considera, equivocadamente, la base del éxito.

EL PERFECCIONISMO

Aparentemente el perfeccionismo nos ayuda a lograr más y mejores cosas.
Pero independientemente de si nos damos cuenta o no, cuando somos perfeccionistas, pagamos un precio demasiado alto:
  • Vivimos tensos,
  • nos angustiamos con facilidad,
  • nos da miedo equivocarnos y cometer errores,
  • no disfrutamos de nuestros logros,
  • nos podemos sentir fracasados o inútiles con facilidad,
  • etc.
Con frecuencia negamos nuestro afán de perfección, bajo el lema de: "Me gusta hacer las cosas bien" o "Sólo dedicándole toda nuestra atención a lo que hacemos, podemos lograr y mantener el éxito".

Aparentemente estas frases parecen lógicas y verdaderas.

Pero existe una gran diferencia entre querer hacer las cosas lo mejor posible y mejorarlas cuando se puede, pero sin demasiada angustia o estrés y tener que hacerlas perfectas (porque si no, significa que soy poco valioso, importante, inteligente, etc.).

El perfeccionismo nos hace sufrir y "perder" muchos aspectos de nuestra vida.


¿Eres perfeccionista?
Responde a las siguientes preguntas, con la mayor honestidad posible.

  1. ¿Necesitas ser siempre el primero o el mejor?
  2. ¿Sientes que constantemente puedes o debes mejorar lo que estás haciendo o lo que ya terminaste?
  3. ¿Te sientes tenso o angustiado cuando te equivocas o ante la posibilidad de cometer un error?
  4. ¿Estas estresado continuamente?
  5. ¿Estás muy al pendiente y te preocupa la opinión de los demás?
  6. ¿Pospones las actividades o situaciones que te cuestan trabajo o en las que no estás seguro de tener éxito?
  7. ¿Revisas varias veces algo que ya terminaste?
Si contestaste si, a la mayoría de las preguntas, posiblemente eres perfeccionista.
El perfeccionismo puede ser el resultado de una baja autoestima.

Es un intento de demostrarnos y demostrarles a los demás, que  somos capaces y dignos de ser valorados y apreciados.
Pero al mismo tiempo es uno de los principales obstáculos para aumentar y fortalecer nuestra autoestima.

¿Por qué?

Porque trabajar para tener una autoestima elevada, implica hacer cosas que no siempre nos van a salir bien.
Significa reconocer y aceptar nuestros errores.
Y darnos permiso de cometerlos.
El perfeccionismo está relacionado con:

  • La necesidad de tener la aprobación de los demás y de nosotros mismos.
  • El temor al rechazo.
  • Una actitud autocrítica, muy negativa.
  • Un pensamiento extremista, en donde sólo existe todo o nada, bueno o malo y no vemos puntos intermedios.
  • La percepción equivocada de nosotros mismos y de la realidad, al creer que es posible que todo lo que una persona hace, salga siempre bien.
  • Calificar los errores como fracasos.
  • Calificarse y valorarse como persona, en función de los éxitos o fracasos que tenemos.

LLEGAMOS A CREER...

REFLEXIÓN

sábado, 11 de enero de 2014

PARA NOSOTRAS LAS MUJERES

HERMOSA

LA PACIENCIA

La paciencia no es pasividad ante el sufrimiento, no reaccionar o un simple aguantarse: es fortaleza para aceptar con serenidad el dolor y las pruebas que la vida pone a nuestra disposición para el continuo progreso interno.
A veces las prisas nos impiden disfrutar del presente. Disfrutar de cada instante sólo es posible con unas dosis de paciencia, virtud que podemos desarrollar y que nos permitirá vivir sin prisas. La paciencia nos permite ver con claridad el origen de los problemas y la mejor manera de solucionarlos.
La paciencia es la virtud por la que soportamos con ánimo sereno los males y los avatares de la vida, no sea que por perder la serenidad del alma abandonemos bienes que nos han de llevar a conseguir otros mayores.
La paciencia es una virtud bien distinta de la mera pasividad ante el sufrimiento; no es un no reaccionar, ni un simple aguantarse: es parte de la virtud de la fortaleza, y lleva a aceptar con serenidad el dolor y las pruebas de la vida, grandes o pequeñas. Identificamos entonces nuestra voluntad con la de esa “chispa” divina de la que procedemos, y eso nos permite mantener la fidelidad en medio de las persecuciones y pruebas, y es el fundamento de la grandeza de ánimo y de la alegría de quien está seguro de hacer lo que le dicta su propia conciencia.
La paciencia es un rasgo de personalidad madura. Esto hace que las personas que tienen paciencia sepan esperar con calma a que las cosas sucedan ya que piensan que a las cosas que no dependen estrictamente de uno hay que darles tiempo.
La persona paciente tiende a desarrollar una sensibilidad que le va a permitir identificar los problemas, contrariedades, alegrías, triunfos y fracasos del día a día y, por medio de ella, afrontar la vida de una manera optimista, tranquila y siempre en busca de armonía.
Es necesario tener paciencia con todo el mundo, pero, en primer lugar, con uno mismo.
Paciencia también con quienes nos relacionamos más a menudo, sobre todo si, por cualquier motivo, hemos de ayudarles en su formación, en su enfermedad. Hay que contar con los defectos de las personas que tratamos –muchas veces están luchando con empeño por superarlos-, quizá con su mal genio, con faltas de educación, suspicacias... que, sobre todo cuando se repiten con frecuencia, podrían hacernos faltar a la caridad, romper la convivencia o hacer ineficaz nuestro interés en ayudarlos. El discernimiento y la reflexión nos ayudará a ser pacientes, sin dejar de corregir cuando sea el momento más indicado y oportuno. Esperar un tiempo, sonreír, dar una buena contestación ante una impertinencia puede hacer que nuestras palabras lleguen al corazón de esas personas.

Paciencia con aquellos acontecimientos que llegan y que nos son contrarios: la enfermedad, la pobreza, el excesivo calor o frío... los diversos infortunios que se presentan en un día corriente: el teléfono que no funciona o no deja de comunicar, el excesivo trafico que nos hace llegar tarde a una cita importante, el olvido del material del trabajo, una visita que se presenta en el momento más inoportuno. Son las adversidades, quizá no muy trascendentales, que nos llevarían a reaccionar quizá con falta de paz. En esos pequeños sucesos se ha de poner la paciencia.

jueves, 9 de enero de 2014

ASUMIR LA RESPONSABILIDAD

Dentro de todo proceso de crecimiento personal es fundamental el poder integrar, como parte de nuestra experiencia diaria, el siguiente hecho: La importancia de tomar responsabilidad plena por nosotros mismos.
En mi caso personal, y a lo largo de muchos años, puedo decir que solía situarme en una postura de absoluta víctima frente a la vida, y es así como, por una parte, si bien todo pareciese encontrarse externamente en orden y en paz conmigo mismo, mi mente solía permanecer llena de prejuicios y pensamientos poco favorables acerca mí y el mundo, otorgando pleno poder y responsabilidad a distintas personas y circunstancias sobre mi situación actual, repercutiendo con ello en mi estado de ánimo habitual y, en general, en mi actitud personal frente a la vida.
Responsabilidad
Imagen: Aetos
Nuestras acciones, al igual que las palabras, hablan por sí solas.
Si bien es cierto existen momentos en los cuales pasamos por situaciones difíciles y que pueden escapar de nuestro control, el hecho de ser responsables nace desde un lugar de mayor profundidad y permanencia en el tiempo. Es, probablemente, la decisión más importante que podemos tomar para nosotros mismos, de empoderarnos y hacernos cargo en un 100% de nuestra mente, nuestro cuerpo y nuestras emociones, y de lo que brindamos diariamente a nuestro entorno.
Es por ello que, en base a lo anterior, mi intención es concentrarme, de manera muy sencilla, en tres aspectos fundamentales relacionados con la responsabilidad que podemos ir aplicando diariamente en nuestro cotidiano:
  • Nuestros pensamientos: La calidad de nuestros pensamientos más recurrentes va determinando en gran medida la concepción que tengamos de nosotros mismos. Una buena forma de empezar es enfocarnos en este preciso instante e ir educando nuestra mente con apreciación y agradecimiento. Al encontrar nuestro valor propio, daremos un nuevo sentido a nuestro día a día y contaremos con un nivel de empoderamiento personal que quizás nunca hayamos sentido antes.
  • Nuestras palabras: Aprender a comunicarnos es comprender la importancia de mantener una sintonía entre lo que pasa en nuestro interior y nuestra manera de expresarnos, ya sea en forma verbal o escrita. Incluso nuestros silencios son una forma de comunicarnos. Detenernos un momento antes de comunicar, porque aquello que decimos repercute en nuestro entorno, y comenzar por nosotros mismos antes de hablar o analizar a otras personas, nos ayudan a ir volviendo gentilmente a nuestro centro y darnos cuenta que, antes que todo, debemos partir por casa.
  • Nuestras acciones: Nuestras acciones, al igual que las palabras, hablan por sí solas. Por ello, es recomendable hacer el ejercicio de mirar hacia nuestro entorno y ver si son el reflejo de lo que pasa en nuestro interior y si es lo que queremos para nosotros mismos. Acciones tan sencillas como mantener en orden nuestro entorno físico, cuidar de nuestro cuerpo y ser gentiles y responsables con los demás tal como quisiéramos que lo fueran con nosotros mismos nos brindan un mayor grado de reciprocidad con el resto del mundo como un todo unificado.
El valor de ser responsables es inconmensurable y permea todos los aspectos de nuestra vida. Trasciende nuestra edad, nuestras creencias y experiencias y es, por sobre todo, una decisión constante de amor y de respeto hacia nosotros mismos. Su integración en cada aspecto de nuestras vidas es, sin lugar a dudas, sumamente necesario para llevar una vida más plena y con mayor sentido de madurez personal.

CARTA DE UN ABUELO...

Emotiva y conmovedora es la carta en la que un abuelo defiende a su nieto gay de su propia hija, una pelea familiar que no ha pasado para nada desapercibida en las redes sociales.
De hecho, la carta en la que el abuelo sale en defensa de su nieto se convirtió en un viral en la red social de Mark Zuckeberg siendo compartida por miles de usuarios a quienes los sensibilizó la defensa a prueba de todo de este abuelo.
Carta Abuelo a Nieto Gay
Foto: Facebook
La carta del abuelo que defiende a su nieto gay.
Sobre el contenido de la carta, ésta comienza con una frase que de entrada impacta, una en que el abuelo confiesa estar decepcionado de su hija por no aceptar a su hijo gay.
“Estoy muy decepcionado de ti como hija. Tienes razón en que tenemos ‘una vergüenza en la familia’, pero equivocada respecto de cuál es”, en clara alusión a su hija y no a su nieto.
Finalmente, en internet también se rumoreó que la carta del abuelo que defiende a su nieto gay era falsa, lo que posteriormente ha sido desmentido. De hecho, de los protagonistas de esta pelea se conocen los nombres de la madre y de quien es el nieto, Christine y Chad, respectivamente.
La traducción de la carta:
“Querida Christine:
Estoy muy decepcionado de ti como hija. Tienes razón en que tenemos ‘una vergüenza en la familia’, pero equivocada respecto de cuál es.
Echar a Chad de tu casa sólo porque te dijo que era gay es la verdadera ‘abominación’. Un padre que desconoce a su hijo es lo que va ‘en contra de la naturaleza’.
Lo único inteligente que te escuché decir en todo este asunto es que ‘no criaste a tu hijo para que fuera homosexual’. Por supuesto que no. Nació así y lo eligió tanto como ser zurdo. Sin embargo, tú has tomado la decisión de ser hiriente, cerrada y retrógrada. Así que, mientras estamos en el negocio de desconocer a nuestros hijos, creo que voy a aprovechar este momento para decirte adiós. Ahora tengo un fabuloso (como dicen los gays) nieto que criar y no tengo tiempo para la zorra sin corazón que tengo de hija.
Si encuentras tu corazón, llámanos.
Papá”.