jueves, 9 de enero de 2014

ASUMIR LA RESPONSABILIDAD

Dentro de todo proceso de crecimiento personal es fundamental el poder integrar, como parte de nuestra experiencia diaria, el siguiente hecho: La importancia de tomar responsabilidad plena por nosotros mismos.
En mi caso personal, y a lo largo de muchos años, puedo decir que solía situarme en una postura de absoluta víctima frente a la vida, y es así como, por una parte, si bien todo pareciese encontrarse externamente en orden y en paz conmigo mismo, mi mente solía permanecer llena de prejuicios y pensamientos poco favorables acerca mí y el mundo, otorgando pleno poder y responsabilidad a distintas personas y circunstancias sobre mi situación actual, repercutiendo con ello en mi estado de ánimo habitual y, en general, en mi actitud personal frente a la vida.
Responsabilidad
Imagen: Aetos
Nuestras acciones, al igual que las palabras, hablan por sí solas.
Si bien es cierto existen momentos en los cuales pasamos por situaciones difíciles y que pueden escapar de nuestro control, el hecho de ser responsables nace desde un lugar de mayor profundidad y permanencia en el tiempo. Es, probablemente, la decisión más importante que podemos tomar para nosotros mismos, de empoderarnos y hacernos cargo en un 100% de nuestra mente, nuestro cuerpo y nuestras emociones, y de lo que brindamos diariamente a nuestro entorno.
Es por ello que, en base a lo anterior, mi intención es concentrarme, de manera muy sencilla, en tres aspectos fundamentales relacionados con la responsabilidad que podemos ir aplicando diariamente en nuestro cotidiano:
  • Nuestros pensamientos: La calidad de nuestros pensamientos más recurrentes va determinando en gran medida la concepción que tengamos de nosotros mismos. Una buena forma de empezar es enfocarnos en este preciso instante e ir educando nuestra mente con apreciación y agradecimiento. Al encontrar nuestro valor propio, daremos un nuevo sentido a nuestro día a día y contaremos con un nivel de empoderamiento personal que quizás nunca hayamos sentido antes.
  • Nuestras palabras: Aprender a comunicarnos es comprender la importancia de mantener una sintonía entre lo que pasa en nuestro interior y nuestra manera de expresarnos, ya sea en forma verbal o escrita. Incluso nuestros silencios son una forma de comunicarnos. Detenernos un momento antes de comunicar, porque aquello que decimos repercute en nuestro entorno, y comenzar por nosotros mismos antes de hablar o analizar a otras personas, nos ayudan a ir volviendo gentilmente a nuestro centro y darnos cuenta que, antes que todo, debemos partir por casa.
  • Nuestras acciones: Nuestras acciones, al igual que las palabras, hablan por sí solas. Por ello, es recomendable hacer el ejercicio de mirar hacia nuestro entorno y ver si son el reflejo de lo que pasa en nuestro interior y si es lo que queremos para nosotros mismos. Acciones tan sencillas como mantener en orden nuestro entorno físico, cuidar de nuestro cuerpo y ser gentiles y responsables con los demás tal como quisiéramos que lo fueran con nosotros mismos nos brindan un mayor grado de reciprocidad con el resto del mundo como un todo unificado.
El valor de ser responsables es inconmensurable y permea todos los aspectos de nuestra vida. Trasciende nuestra edad, nuestras creencias y experiencias y es, por sobre todo, una decisión constante de amor y de respeto hacia nosotros mismos. Su integración en cada aspecto de nuestras vidas es, sin lugar a dudas, sumamente necesario para llevar una vida más plena y con mayor sentido de madurez personal.

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