domingo, 26 de mayo de 2013

CARTA DE UN HIJO GAYS A SU PADRE

Mamá, papá:

Mañana será mi cumpleaños. Veintitrés años de estar aquí. Vaya que pasa el tiempo. Si echo una mirada atrás, he vivido demasiadas cosas y desde hace unos años ustedes han estado conmigo.
Lo sé, todo mundo me lo ha dicho, ustedes mismos, desde que se enteraron que soy homosexual, no les ha sido fácil. Créanme que tampoco para mí. No ha sido fácil sentirme solo en muchas ocasiones, vivir rupturas del corazón y llegar a casa ocultando el llanto o llorando bajito para no incomodarlos.
Me duele el silencio que me dan y las evasiones al tema. Las murallas las ponen ustedes.
No, no ha sido fácil y de verdad quiero entenderlos, pero a veces me es complicado. Lo sé: su educación es muy distinta, porque les inculcaron muchas barreras. Les enseñaron que el amor sólo es entre hombres y mujeres.
Lo sé, rompí con sus esquemas de tener una esposa, de visitarles los domingos con los nietos. Lo sé, les dolió porque nadie los preparó para enfrentar una situación no prevista en la que la religión, la gente, la familia, influyen en su miedo y descontrol.
Todo esto lo entiendo, pero no lo justifico. No justifico que ante lo desconocido cierren los ojos y no busquen alternativas para crear nuevos lazos. Nadie les enseñó a ser padres como nadie nos enseñó a ser hijos.
En el camino aprendemos juntos. Los hijos aprendemos de los padres, pero los padres también deben aprender con y por los hijos. Mamá, papá, aquí estoy, todavía estoy y falta poco para emprender el vuelo. Soy yo. No he cambiado. Sigo siendo intenso, el mismo que llora con las películas y los libros, ríe y abraza, tiene metas y no se queda callado, el mismo que hizo dibujos en el kinder y bailó en festivales de la primaria.
El mismo que les dice que los quiere. El mismo que a nadie hace daño por amar o acostarse con alguien de su mismo sexo. Sólo es amor y el amor no tiene sexo.
Muchas veces lloré por sentir que perdemos tiempo que jamás volverá. Tiempo que podríamos aprovechar en re-conocernos, en acercarnos y compartir sin caretas la vida.
Por fortuna he aprendido a vivir con su presencia y ausencia, he aprendido a hacer otra familia con mis amig@s y compartir muchas cosas con ell@s. Cosas que me gustaría que ustedes compartieran y que se están perdiendo.
 Ojalá tomaran en cuenta que el presente se va, y es que es tan fugaz que ni nos damos cuenta, mañana quizá alguno de nosotros no esté y sabremos, demasiado tarde, que nos equivocamos.
Me queda la tranquilidad de reconocer que lo intenté muchas veces, que como esta carta, les he escrito otras antes, les he acercado información, si ustedes no la toman, yo no puedo hacer nada. El silencio y los bloqueos no son míos.
Yo sigo, mi vida sigue y está bien. Pero podría estar genial si estuvieran presentes y compartiendo este camino llamado vida. Compartiendo experiencias, pláticas, momentos, sonrisas y llanto.
 La salida del closet con la familia no es fácil. Madres y padres viven procesos de asimilación que no siempre son sencillos ni rápidos. Para nadie es cómodo vivir una situación en la que se rompe con lo establecido y en la que por el silencio, el miedo, y los absurdos no cuestionados, nadie hace nada y se complican tanto las cosas. Tabúes que superan el amor que existe y que aleja a las personas.
Los entiendo, pero también pido que me entiendan a mi. Esto no es una guerra, no hagamos trincheras ni bandos. Si se sienten heridos manéjenlo, no hieran a otros. No hay victimas ni victimarios. Solo ignorancia, silencio y barreras.
Probablemente todo está perdido por ahora entre nosotros, podría ser que en el futuro se cambie el rumbo, lástima que sea tan inseguro y no se nos permita saber si habrá futuro y tiempo. Aun hay amor por rescatar.

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