lunes, 7 de enero de 2013

Un nuevo día... hoy.

Esta mañana desperté emocionado con todas las cosas que tengo que hacer antes de que el reloj marque la medianoche. Tengo responsabilidades que cumplir hoy. Soy importante. Mi trabajo es escoger qué clase de día voy a tener.
Hoy puedo quejarme por que el día esta lluvioso y me mojaré, y mi coche que ayer limpié se volverá a ensuciar, o puedo dar gracias porque las plantas está siendo regadas o porque la polución disminuirá.
Hoy me puedo sentir triste porque no tengo más dinero o puedo estar contento de que mis finanzas me empujan a planear mis compras con inteligencia y no me hace falta realmente más.
Hoy puedo quejarme de mi salud o puedo regocijarme de estar vivo.
Hoy puedo lamentarme de todo lo que mis padres no me dieron mientras estaba creciendo o puedo sentirme agradecido de que me permitieran haber nacido y disfrutar de aquello que tanto me gustó.
Hoy puedo llorar porque las rosas tienen espinas o puedo celebrar que las espinas tienen rosas.
Hoy puedo autocompadecerme por no tener muchos amigos o puedo emocionarme y embarcarme en la aventura de descubrir nuevas relaciones.
Hoy puedo quejarme porque tengo que ir a la escuela o puedo abrir mi mente enérgicamente y llenarla con nuevos y ricos conocimientos.
Hoy puedo murmurar amargamente porque tengo que hacer las labores del hogar o puedo sentirme honrado porque tengo un techo para mi cuerpo, mente y alma.
Hoy el día se presenta ante mi esperando a que yo le de forma, y aquí estoy, el escultor que tiene que darle forma. Lo que suceda hoy depende de mi, yo debo escoger qué tipo de día voy a tener.
Junto al sol las esperanzas de un nuevo día brillan al amanecer. Un nuevo día, una nueva oportunidad de ser mejor. Lo que hoy hagas que sea mejor de lo que ayer hiciste, pero no tan bueno como lo que realices mañana. Ese es el camino.
Un nuevo día, para olvidarse del conformismo y no pensar que ya lo hemos dado todo en la vida. Si piensas que ya lo has dado todo, solamente te estás negando la oportunidad de ser mejor. Piensa a cada momento que todo lo que hagas puede ser aún mejor, y tu espíritu de lucha te impulsará en este nuevo día por el sendero de la paz y la felicidad.
Un nuevo día, donde el éxito toca a tu puerta. No olvides que el éxito no es una casualidad sino la recompensa para quien lo buscó y luchó por él, no olvides, que el éxito no son las palmas y el reconocimiento de los demás, sino tu paz interior. El éxito es para:
- quien al caer supo levantarse.
- quien necesitó ayuda y supo pedirla.
- quien cuando se sintió solo buscó compañía y la compartió.
- quien cuando tuvo duda buscó a un consejero.
- quien antes de buscar ser entendido pudo entender.
- quien estuvo dispuesto a empezar en cualquier momento.
- quien comprendió que el amor es la fiel recompensa de amar.

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